Todos al suelo

 

 
Las colillas de cigarrillos son el número uno en contaminación del planeta. Para empeorar las cosas, están hechas de plástico que nunca se biodegrada y liberan productos químicos tóxicos en el medio ambiente y en nuestro propio suministro de agua. Para combatir este tema, la Fundación Surfrider, una organización sin fines de lucro dedicada a la protección y el disfrute de las costas, se asoció con la agencia Gyro de San Francisco en un esfuerzo por desnormalizar el acto de arrojar cigarrillos y hacer que la gente piense dos veces sobre su comportamiento.

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Kyusai

Joaquín López-Toscano

 

 

Tras su aseo matinal Nobuko sintió una inquietud; se encontraba extrañamente agitada. No había nada que le preocupara fuera de lo habitual. Y había hecho lo que todas las mañanas: se había duchado, arreglado y luego había limpiado bien el cuarto de baño para Tetsuo. Había recogido el agua del suelo, sacudido la alfombrilla, enjuagado a fondo la bañera y fregado el lavabo y la repisa. Tetsuo no podría encontrarse con un pelo suyo ni nada que le disgustara. Sin embargo, la sensación de que algo se le había pasado por alto persistía. Repasó mentalmente: había abrillantado el espejo, ordenado los botes del armarito, había cerrado la pasta de dientes, una nueva pastilla de jabón, toallas limpias.
– “¿Qué haces ahí como un búho, embobada?”
Nobuko ni se inmutó. Estaba sentada, muy derecha, al borde del sofá, absorta en la contemplación del cristal que cubría la mesa y reflejaba su rostro en aquella densidad negra, vacía.
– ¿Faltaba algo en el baño, Tetsuo?- preguntó sin mover la vista del cristal.
– No, pero esta sopa está fría.
Tetsuo y Nobuko habían cumplido diecinueve años de matrimonio. Nobuko siguió enfrascada en sus pensamientos (¿era algo que había visto en el pasillo, quizás en el salón?) y Tetsuo metió él mismo su sopa de miso en el microondas. Terminó su desayuno, se limpió con un pico de la servilleta y se marchó con el maletín al hombro y la chaqueta del traje colgada del brazo.
Tetsuo y Nobuko habían tardado un tiempo en tener un hijo y por algunas complicaciones durante el parto, decidieron no tener más. Se equivocaron. Deberían haberle dado hermanos. Fue un error enorme.
Ahora Kyusai ahora estaba en su habitación. Había sido – recordaba su madre- un niño sano y de carácter dulce, sonriente. Era delgado, menudo, pero fuerte, como su padre. Aunque era sensible, más bien tímido y apocado, como ella, se había hecho con unos cuantos buenos amigos en la escuela. Por alguna razón, la imagen del espejo del baño y la repisa blanca se le venían a la cabeza y le impedían concentrarse en sus recuerdos. Se levantó, se tomó la pastilla y no desayunó. Salió de compras.
Esa mañana en la calle se sintió más desubicada, más despistada. Se paró frente al escaparate de una droguería con estupendas ofertas de detergente. Hacía más de dos años que no lavaba la ropa de Kyusai, recordó. Se quedó mirando los precios, los porcentajes de descuento, los números… Cuánto le costaban a Kyusai las matemáticas y la física. Quizás para las artes tuviera más talento que para el resto, lo cual a Tetsuo no le hacía ninguna gracia. El había llegado a Director de Contabilidad de la empresa. Kyusai, sin embargo, se atascó en los exámenes de ciencias. Tetsuo le obligaba a pasar horas en su habitación haciendo cálculos y ecuaciones de tercer grado. Tras el primer suspenso empezó a retraerse. El mismo se recluía sin que nadie le obligara, hasta que al mismo Tetsuo le parecía excesivo el tiempo que pasaba encerrado. Se acostumbró tanto a estudiar allí dentro que comenzó a faltar a la escuela y al juku de las tardes. Un día no salió más. Puso un candado y colocó una mesa contra la puerta para que nadie pudiera abrir. Otro día rompió la puerta por debajo. Así podían pasarle una bandeja de comida cada día, bebidas y papel higiénico.
Su hijo era un aislado, un confinado, un hikikomori. A Nobuko le daba pena y mucha vergüenza. Prefería olvidarlo. Vio un suavizante muy rebajado y entró. Pasó por un estante de la droguería y le dio un pálpito. Algo acababa de ver, de refilón, al pasar. Le había producido la misma sensación que esa mañana más temprano, un cosquilleo desasosegante en el estómago. Retrocedió un poco y recordó. Recordó casi claramente. Salió corriendo de la droguería, corrió y corrió hasta la casa, derecha hacia el pasillo, el cuarto de baño, la repisa. No, la repisa, no. Encima del armarito, no. Dentro. Dentro del armario lo había visto, allí estaba, detrás de la loción. Lo cogió. Miró las cerdas. Las tocó. No estaban totalmente secas. Retenían un poco de humedad.
Fue a por su móvil al salón. Tetsuo no respondía.
Al volver del trabajo, a las 9 de la noche, encontró a Nobuko donde la había dejado: sentada muy derecha sobre el borde del sofá, mirando absorta el cristal de la mesa, con la única diferencia de que esta vez un objeto se posaba sobre ella: un cepillo de dientes eléctrico azul celeste.
-“¿No es tuyo, verdad que no?”
– “No, Nobuko, no es mío” – respondió él, lamentando con un gesto el estado al que había llegado su mujer.
“Entonces no puede ser de nadie más” – pensó Nobuko, rodeando el cepillo con sus manos y acercándoselo a su seno “Ha salido. Ha salido a limpiarse los dientes.” Y soltó un profundo suspiro de alivio. A la mañana siguiente se levantaría aún más temprano. Puede ser que coincidiera con él y hablaran, aunque fuese un momento, en el lavabo.

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El camino del yoga

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«Avanzar en el camino del yoga significa conocerse mejor y más profundamente. Y el verdadero conocimiento significa la capacidad de autocontrolarse y finalmente establecer un vínculo con la Verdad Absoluta»

Avanzar en el camino del yoga significa conocerse mejor y más profundamente; y el verdadero conocimiento significa la capacidad de autocontrolarse y finalmente establecer un vínculo con la Verdad Absoluta. Como lo explica el Bhagavad-gita: » Para aquél cuya mente está desenfrenada la autorrealización es un trabajo difícil. Pero aquél cuya mente está controlada y que se esfuerza mediante los medios correctos, tiene asegurado el éxito. (Capítulo 6, texto 36).

Es importante no confundir los ejercicios con las verdaderas metas del Yoga. Hoy en día se iguala el avance espiritual con miles y miles de cosas totalmente diferentes a la verdadera liberación del alma de su confinamiento material. El valor de cualquier sendero debe juzgarse por el fruto que produce.

En el Bhagavad-Gita se dice: «La situación Yóguica es la del desapego de todas las actividades sensuales. Cerrando todas las puertas de los sentidos y fijando la mente en el corazón y el aire vital en la parte superior de la cabeza, uno se sitúa en el yoga.» (B.G. Capitulo 8, verso 12).

Los ejercicios afirman el control sobre su mente, usted llegará a estar exento de todos los temores y completamente libre de pensamientos sensuales. Medite acerca de la gracia y protección del Absoluto, la meta última de su vida. De esta forma usted debe prepararse a si mismo cada día. Empiece a meditar durante un minuto diariamente y luego aumente su tiempo de meditación un minuto cada día hasta completar tres minutos de meditación diarios.

Recuerde que todo camino no importa cuán largo sea, empieza con el primer paso. Permanezca fijo en el sendero con tenacidad, inteligencia y paciencia y llegará a liberarse de todas las tensiones.

Fotografía de Kristina Kashtanova

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Ya está en línea el número 5 de SKEIMBOL

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Más de 140 páginas llenas de contenidos sorprendentes con el talento creativo de:

      • Israel Benavides
      • José Iglesias
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      • Javier Megías
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      • Yolanda Nava
      • Héctor Daniel Olivera
      • Erick Strand
      • Fedde Souverein
      • Sri Yogananda
      • Amir Valle
      • Chamán Ediciones

 

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Los auténticos tibetanos

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Fotografía: Phil Borges.

En su expansión por la región euroasiática los mongoles conquistaron Tíbet en el siglo XIII. Sin embargo, debido al respeto que dicho pueblo profesaba por la religión budista, ofrecieron a los tibetanos protección militar a cambio de guía espiritual. De esta manera se entiende que estando China también bajo control mongol se considerara a Tíbet como territorio chino. De hecho, parte importante de la argumentación china sobre la propiedad de Tíbet se basa en lo anterior. Sin embargo, acontecimientos posteriores pueden discutirlo.

A la caída del imperio mongol, enfrentamientos múltiples ocurrieron entre las potencias principales por el dominio de la región antes controlada por ellos, Rusia y China (ahora gobernada por la dinastía Ming) fueron algunas de las más importantes. Por su ubicación geográfica Tíbet se convirtió en el objetivo estratégico de la mayoría de ellas. Dichas potencias creían que aquella que lograra controlar Tíbet se abriría el paso al resto de la región fácilmente. Finalmente, la dinastía Quing (sucesora de la dinastía Ming) logró ocupar Tíbet en 1720, aprovechándose del asesinato del Dalai Lama de entonces. Sin embargo, su decadencia debilitó también paulatinamente su dominio sobre Tíbet. Lo anterior, sumado a la incursión de Gran Bretaña en la región (alrededor de 1904), le concedió una independencia de facto a Tíbet (similar a la que gozó mientras la dinastía Ming gobernó China).

A la caída de la dinastía Quing el recién formado Partido Nacionalista Chino (Kuomintang) estableció la República China en 1912. De esta manera, el 21 de abril de dicho año, el presidente Yuan Shih-kai declaró provincia china a Tíbet y envío una expedición para subyugarlo. Tíbet se resistió y declaró su independencia en 1913. Si bien inicialmente el Gobierno británico se negó a aceptar la posibilidad de la absorción china del Tíbet, decidió organizar una reunión tripartita (Gran Bretaña-Tíbet-China) para negociar la solución y evitar que los disturbios alcanzaran la frontera con India (colonia británica entonces). No obstante lo anterior, el Gobierno chino no firmó el convenio emanado de dichas reuniones, posiblemente debido a que las restricciones con las que se aceptaba la soberanía china sobre Tíbet no le satisfacían. En los años siguientes la relación entre China y Tíbet fue muy inestable.

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