En Estados Unidos siempre han existido teorías conspirativas. Son tantas y tan variadas que creer en ellas o desmentirlas se ha convertido en una especie de pasatiempo nacional. Algunas han sobrevivido el paso del tiempo y permanecen arraigadas en la memoria colectiva de la nación. Como la que asegura que un platillo volador se estrelló en Roswell, Nuevo México, y que los restos de la nave, así como los cuerpos de los extraterrestres que la tripulaban, fueron recuperados por el ejército y ocultados en un lugar secreto. O la que afirma que la investigación de la Comisión Warren sobre el asesinato del presidente Kennedy mintió al asegurar que Lee Harvey Oswald había actuado solo y que su muerte se debió, en realidad, a una conspiración de la mafia o del gobierno. O las que sostienen que la llegada a la Luna fue un engaño de la NASA y que el calentamiento global no existe.
DIC
2017